
Y, por lo visto, la chica no aprende: en preparación para su gira europea, su padre la convenció de que ingresara en rehabilitación, sugerencia a la que la cantante accedió, pero no sin antes meterse entre pecho y espalda una botella de Vodka de camino al centro, según fuentes cercanas. El veredicto de los doctores: si sigue bebiendo al ritmo actual, morirá pronto. Está previsto que Amy actúe el próximo 8 de julio en nuestro país, dentro del cartel del festival BBK Live, pero mucho nos tememos que la cantante no esté en condiciones de hacer justicia a su repertorio en directo, si es que llega a presentarse.
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